¿Por qué hay empresas que duran cien años y triunfan, mientras otras cierran tras repetidas luchas? En ocasiones, los hijos o nietos del empresario eficaz cambian de profesión: estudian para médicos o abogados y ni modo que se dediquen a las tiendas de carnicería que forjó su antecesor o a vender carros usados en los diez negocios heredados. Pero todo final de una empresa exitosa no llega solo por el cambio de generación.
Las causas más comunes del cierre de un negocio están en la cabeza, en la dirección, sea porque aterriza mal las ventas, porque se endroga con créditos, por perder el control del personal o porque el crecimiento se le fue de las manos. Y por mil razones más. Pero, la enfermedad está siempre en el cerebro de la empresa, en el empresario. Igual sucede con los triunfos: es el líder quien lleva el barco al puerto con éxito.
¿Depende entonces el buen resultado de las capacidades de cada empresario? No principalmente. Hay mucha gente muy capaz, cuyos diamantes no pulidos se devalúan día a día. El éxito depende de tener capacidades y de cultivarlas. Los empresarios que cultivan sus capacidades potencian su energía y su visión; los que solo se guían por el instinto y el empirismo van adelante, pero sin aprovechar toda su genialidad. Es aquí donde encaja el coaching de negocios: entrenarse con un experto para rendir más, para fortalecer la propia empresa.
Descubrir cuál será la duración de mi negocio requiere un análisis que haremos más delante.
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